(PD).- «Fumar perjudica seriamente la salud«. Por eso millones de personas en el mundo se han enfrentado al difícil reto de dejar su adicción a la nicotina. Las compañías farmacéuticas saben que dejar la nicotina cuesta mucho trabajo… y dinero. Así lo demuestran los numerosos medicamentos que ayudan a dejar este vicio. Pero, ¿qué pasa cuando el fármaco es más nocivo que el propio tabaco?
Los millones de fumadores que cada día tienen que escuchar, ver y leer un sin fin de advertencias sobre los indudables riesgos que conlleva el consumo de cigarrillos no habrán podido evitar hacerse esta pregunta al conocer las últimas noticias sobre la vareniclina.
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Comercializada en Europa bajo el nombre de Champix y en EEUU como Chantix, se trata del fármaco más eficaz conocido hasta la fecha para combatir esta adicción.
No obstante, la polémica se ha desatado en el sector farmacéutico después de que un informe alertara sobre los efectos secundarios de su consumo. La noticia ha cobrado más relevancia tras la prohibición que la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos ha hecho a sus pilotos y controladores aéreos, a los que no permite el consumo de vareniclina.
¿El motivo? Las alteraciones de la salud que produce el uso del medicamento, tales como la aparición de infartos y suicidios. El fármaco, producido por los laboratorios estadounidenses Pfizer, mantiene el nivel de dopamia de los pacientes que lo consumen en un nivel o suficientemente elevado como para reducir el síndrome de abstinencia. Además, disminuye el placer que los fumadores asocian al cigarrillo.
Aunque en un principio los ensayos clínicos demostraron que los únicos efectos secundarios de la vareniclina consistían en la aparición de insomnio, cefalea y náuseas, tres síntomas que desaparecían paulatinamente.
No obstante, una vez que el medicamento ha llegado a las farmacias y su consumo se ha extendido a un número mayor de pacientes han comenzado los problemas.
En el mes de noviembre saltaba la alarma cuando la agencia estadounidense del medicamento (FDA) lanzó una llamada a médicos y pacientes advirtiendo de los posibles efectos nocivos derivados del consumo de vareniclina. En aquel momento las autoridades sanitarias de EEUU pidieron a los consumidores que alertaran sobre cualquier trastorno ocasionado por este fármaco.
En Europa el aviso llegó el 14 de diciembre, fecha en la que la Agencia Europea de Medicamentos (EMEA) publicó las conclusiones del Comité de Medicamentos de Uso Humano sobre la vareniclina.
La alerta llevó a la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios a recomendar a los consumidores que solamente usaran este medicamento bajo prescripción médica.
Del mismo modo recomendó que se tuviera una precaución especial con personas con antecedentes psiquiátricos y que se informara al paciente sobre los posibles efectos secundarios. En caso de aparecer ideas suicidas, las autoridades españolas pidieron que se suspendiera el tratamiento inmediatamente.
El último organismo en sumarse a las advertencias ha sido el Instituto para el Uso Seguro de los Medicamentos de EEUU. Después de revisar todos los registros de la FDA sobre este tema ha comprobado que durante el último año se produjeron 988 episodios graves relacionados con el consumo de este medicamento.
Accidentes, alteraciones de la frecuencia cardiaca potencialmente letales, infartos, convulsiones y diabetes engrosan la lista.
No menos preocupantes son las reacciones que puede provocar en la salud mental de los pacientes. De mayo de 2006 a diciembre de 2007 se registraron un total de 227 intentos de suicidio, 397 trastornos de psicosis y 525 conductas de hostilidad o agresión. Además, hay 41 menciones de pensamientos homicidas, 60 casos de paranoias y 55 de alucinaciones.
PROHIBIDO A LOS PILOTOS
La Administración Federal de Aviación de los Estados Unidos ha prohibido a sus pilotos y controladores aéreos que consuman vareniclina, uno de los fármacos más extendidos para superar la adicción al tabaco, tras proliferar gran número de episodios graves para la salud, tanto física como mental, que han llevado a las autoridades sanitarias a advertir de que existen «grandes posibilidades de que los riesgos del tratamiento con vareniclina hayan sido subestimados».
La vareniclina, fabricada por la compañía estadounidense Pfizer y comercializada desde su autorización en 2006 -en Europa bajo la denominación comercial de «Champix», y en EE.UU. como «Chantix»-, había mostrado desde sus ensayos clínicos el riesgo de provocar efectos adversos leves tales como náuseas, cefalea e insomnio, que desaparecían con el tiempo al habituarse el consumidor a su uso.
Ha demostrado además en estos dos años su eficacia, ya que es consumida en el mundo -también en España- por millones de personas con un índice relevante de abandono del tabaco.
No obstante, la Agencia Estadounidense del Medicamento se hizo eco, en noviembre pasado, de numerosos casos de alteraciones de la salud atribuibles a este medicamento, e hizo una llamada a facultativos y usuarios para que dieran a conocer la aparición de cualquier trastorno. La Agencia Europea del Medicamento adoptó esas precauciones en diciembre, así como la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios.
Riesgos para la salud mental
Los últimos estudios, en este caso del Instituto para el Uso Seguro de los Medicamentos (EE.UU.), arrojan cientos de casos de episodios graves de alteraciones de la frecuencia cardiaca, infartos, convulsiones y diabetes. En cuanto a la salud mental, se han documentado suicidios e intentos de suicidio, psicosis, paranoias, alucinaciones.
Y son precisamente los riesgos asociados al comportamiento los que han llevado a prohibir su uso entre pilotos y controladores aéreos, profesionales en los que recae la responsabilidad sobre buen número de vidas.